Capítulo 4: La Sesión Privada
Estoy en una sala gris, con los demás tributos, donde esperaremos a que
llegue nuestro turno para la sesión privada con los Vigilantes.
Es mi oportunidad. Esta es mi oportunidad de sacar una alta
calificación e impresionar a los patrocinadores porque, vamos, nadie querrá
patrocinar a una chica furiosa que no tiene fuerza. Apenas inician a llamar a
los tributos, primero van las chicas, veo que Imerald, la del 1, apenas va
entrando en la sala donde están los Vigilantes.
Veo a los demás tributos: muchos tranquilos, otros nerviosos
y otros ni siquiera se preocupan, ya que han perdido la esperanza. Finnick está
a mi lado, y Will también.
-Bueno, ¿y qué hacemos aquí?-. Pregunta Will.
-Bueno, verás, cuando digan tu nombre, entrarás allí, y
habrá varias personas vestidas de blanco que te observarán, puedes pintarte la
mano y mostrarles que tan bueno eres camuflándote. Eso es todo, Will-. Le contesto.
Will se queda pensando, sobre cómo podrá camuflarse, y veo
que Finnick también anda en las mismas, solo que él no va a camuflarse, quizá use
su habilidad con el tridente, o ate nudos, o algo más que no me haya mostrado
que sabe hacer…
Mientras Finnick piensa, yo intento averiguar que piensan
hacer los demás tributos, qué habilidad le mostrarán a los Vigilantes. Mientras
más pienso, veo que comienza a dolerme la cabeza, y que todos los tributos me
observan, y veo porque: tengo las manos apretando mi cabeza con fuerza.
-¿Estás bien?-. Pregunta Finnick.
-Sí, solo que, no sé qué les mostraré allí dentro.
-No creas que eres la única Kayla. Yo ando en las mismas, no
sé ni que les mostraré. Por lo menos tengo la ventaja de ser uno de los
primeros tributos que entrará, no estarán tan aburridos, y con suerte me
otorgarán un ocho-. Ríe Finnick, y veo que lo dice en serio.
Aj, él tiene razón. ¡Siempre tiene la razón! Sé que tengo
problemas, graves, graves, graves problemas, soy una de los últimos tributos
que pasarán a mostrarle sus habilidades a los Vigilantes, estarán aburridos y
querrán irse a casa, seguro que ni siquiera la mitad de ellos me estará observando.
Vaya que sacar a Will de las arenas, será muchísimo más difícil de lo que yo
creí. Dificil pero no imposible.
Me pasan por el cerebro cientos de imágenes de mí cazando en
el bosque, haciendo trampas… soy muy hábil, pero eso, ya lo he mostrado en los
entrenamientos, ¿a quién diablos le sorprendería verme haciendo algo que yo ya
he mostrado?
Entonces, pienso en que harán las demás chicas. Me las
imagino bailándoles a los Vigilantes en un tubo casi sin ropa. ¿Harán eso? A
los Vigilantes solo les interesa una cosa en los tributos: carácter. Y vaya que
se debe tener demasiado carácter para que ellas hagan eso que estoy pensando.
Es una idea ridícula, y no sacarían más de un ocho, ya que la mitad de los
Vigilantes son mujeres, pero, sacarían una calificación que las marcaría como
profesionales.
Por un lado, sacar una mala calificación está mal, muy mal,
porque ahuyentan a los posibles patrocinadores y tienen menores posibilidades
de sobrevivir, pero, por otro lado, si sacas una muy alta calificación, tendrás
a todos los tributos detrás de ti como perritos falderos. Es obvio que ambas
opciones tienen un lado malo y un lado bueno. El lado bueno de que te saques
una baja calificación, es que ningún tributo te prestará atención, aunque no lo
tienes garantizado, la mala, que ahuyentas a los posibles patrocinadores.
<<¿Qué voy a hacer? ¿Qué cosa puede impresionar a los
Vigilantes?>> Pienso.
Me quedo con los ojos perdidos mientras pienso.
¡Es imposible! ¡Imposible pensar en qué demonios le puedo
mostrar a los Vigilantes! Podría usar los cuchillos, ¡pero soy un asco con
ellos! Podría mostrarles lo mucho que sé sobre plantas, hacer fuego o hacer
trampas ¡pero ya se los he mostrado a ellos en los entrenamientos! Estoy
perdida sin duda. Mi única alternativa sería bailarles. Pero no lo haré. Porque
me queda la suficiente sensatez como para no hacer eso, además, nadie en su
sano juicio (excepto las que desesperadamente desean sacar una alta
calificación con los Vigilantes) haría eso. ¿O sí?
-Oh, no te esfuerces demasiado, más preocúpate por que mañana
inician los juegos-. Oigo a Finnick decir.
¡Los juegos! Ya se me había olvidado, aunque a eso le restó
importancia en este momento y me pongo a pensar en qué demonios haré mañana,
porque no puedo quedarme a pelear en la Cornucopia y dejar a Will sin
protección, obviamente, eso no es una opción para mí si deseo sacarlos de la
arena con vida. Tengo que pensar en un plan bien detallado, no tengo muchas
opciones.
Opción uno: Meterme en la Cornucopia, luchar por unas
cuantas cosas e ir con Will, que ya estará o asustado por lo que ve, o muerto
por culpa de mía.
Opción dos: Ir corriendo por mi hermano sin tener nada con
que defendernos o alimentarnos y luego buscar a Finnick para que nos ayude.
Opción tres: Atravesar la Cornucopia, tomar lo primero que
vea (por más mínimo que sea) e ir con Will e irme con él en brazos camino al
bosque.
Opto por la opción tres, no me metería a luchar en la
Cornucopia y dejar a Will a su suerte; no me atrevería a pedirle ayuda a
Finnick, considerando que seremos enemigos en los juegos, y él estará buscando
mi sangre y yo la suya; en ese caso, la opción tres me parece la mejor opción,
no le pediría ayuda a nadie, no me arriesgaría a que mi hermano muriera, y
obtendría refugio y que no apareciera mi cara o la de mi hermano en el cielo
esa noche.
Me alivia haber encontrado una solución a unos de mis
cientos de problemas; al menos, ya no tengo que preocuparme por lo que haré
mañana en la Cornucopia. Pero aún me quedan millones de problemas: qué haré
para impresionar a los Vigilantes; como me mantendré siempre tan alejada de
Gael, porque, seamos honestos: cuando la audiencia comience a aburrirse,
tendrán que encontrarles algo con que entretenerlos, y que mejor
entretenimiento que ver como se muere la hija de Katniss Everdeen: o, por lo
menos, que tanto logran herirla.
De repente, dejo de preocuparme por Will, Gael y por mí, y
comienzo a preocuparme por Finnick: ¿Qué será de él en las arenas?, ¿cuánto
sobrevivirá?, ¿y si se muere en el baño de sangre inicial?, ¿será mejor que se
muera lo antes posible, para no tener que verme en la necesidad de matarlo yo,
o será mejor que sobreviva hasta el final, porque creo que me estoy enamorando
de él?
¿Será?, ¿será que el chico del tridente, está llamando mi
atención, y quiero que sea más que mi amigo? No… ¿o sí? No… ¿o sí? No… ¡¿O sí?!
Intento encontrarle sentido a mis pensamientos, lo más seguro es que yo esté
muy agradecida con Finnick, y no quiero ser yo la que tenga que matarlo, porque
él me agrada, además, es la única persona en este mundo que le queda a su
madre: Annie Cresta. No sería tan cruel como para quitarle a Annie, que es una
vieja amiga de mis padres, todo lo que tiene. Sí, sin duda no quiero matar a
Finnick por eso. Creo que es mejor que se muera en el baño de sangre inicial…
-Finnick Odair-.
Una voz robótica llama a Finnick, y veo
como se levanta de su asiento y se va hasta las puertas, preparándose para impresionar
a los Vigilantes. ¿Qué hará?
-¡Ya sé! ¡Me voy a pintar para que parezca que soy una roca!-.
Me susurra Will al oído.
¡Guau! Hasta mi hermano menor ya sabe qué hará para
impresionar a los Vigilantes, mientras que yo, que soy diez años mayor que él,
no tengo ni idea de lo que haré estando allí dentro. Tal vez debería dejarlo a
la suerte: hacer lo que sea, y que el destino elija lo mejor para mí. Sin duda,
la suerte, no ha formado parte de mi destino últimamente: estoy en los juegos
del hambre; Finnick está aquí conmigo; mi hermano participará también; y, para
colmo, no sé qué hacer para conseguir patrocinadores.
<<Bueno, acéptalo Kayla. Estás en el hoyo, en el hoyo
más profundo que existe, hundida en todos los problemas que puedes cargar, y
hasta más…>> Pienso.
Detrás de mí, oigo a un par de tributos hablando:
-Bueno, yo voy a usar el hacha.
-Oh, ni siquiera sabes cómo usarla.
-No es necesario, les mostraré que soy tan mala con el
hacha, que no tendrán que darme una alta calificación, y los demás tributos
creerán que soy una enclenque.
Nadie creería eso, la chica que habla, es Moira, la del 6,
la chica que atravesó a un maniquí con una lanza. Sé que pocos vimos eso, pero
eso de la llorica débil, no le queda a ella, además, se ve que es fuerte, nadie
le creería ese teatrito de niñita débil, ni siquiera yo.
-Bueno, creo que es una excelente estrategia Moira, pero no
te queda.
-Ya lo veremos.
Y termina su conversación. Una estrategia nada inteligente.
-Kayla Mellark-. Dice una voz robótica, media hora después
de que se fue el chico del Distrito 11.
Me levanto de mi asiento, dejando atrás a Will, con los del
Distrito 13 como su única compañía. Estoy dentro de la sala donde están los
Vigilantes, con todas las puertas cerradas, y solo ellos y yo dentro.
Bueno, hace un rato creía que solo estarían aburridos y un
poco ebrios, pero ahora veo lo equivocada que estaba: al menos, un cuarto de
ellos están super ebrios, otro cuarto de ellos, atiborrándose del gran
banquete, al menos la mitad me nota.
Inicio con algo sencillo: me pongo un rato a mostrarles lo
buena que soy haciendo trampas; les muestro como arraso en la prueba de plantas
comestibles; durante ocho minutos me dedico a golpear sacos de box hasta que
las manos me quedan rojas; fabrico algunos nudos y, al final, voy hasta el
puesto de tiro con arco.
Elijo el de metal, que es el que más usaba en los
entrenamientos, tomo el carcaj con las flechas a juego, tenso la cuerda, coloco
una flecha, apunto a mi objetivo y disparo. La flecha da justo en el corazón, y
yo sonrío, pero un cuarto de ellos ni siquiera me ha notado. Disparo unas
cuantas veces más, hasta que uno de ellos, finalmente me dice:
-Bien, señorita Everdeen. Puede retirarse.
Y me retiro.
Me siento furiosa, la mayoría de ellos me observaba, eso es
bueno, pero no estaban ni cerca de estar impresionados, y un cuarto de ellos,
bueno, eso es otra historia, estaban tan ebrios que ni siquiera me notaban
mientras cantaban esa canción de piratas. Me quito el traje de entrenamiento y
me meto en la tina durante tres horas, pensando en que odio a los Vigilantes y
que ni siquiera me hallan notado. Me pregunto si así les pasó a los últimos
doce tributos. Mi única alegría, es que estarán tan aburridos, que dudo que le
presten algo de atención a los tributos del Distrito 13, y también me alegra
que tal vez no le presten atención a mi hermano, porque si se camufla,
seguramente le darían un siete como máximo, aunque sé que los tributos no se
preocuparían, es mejor prevenir que lamentar, ¿no?
Cuando finalmente termino mi larga ducha, me pongo una bata,
me pongo el pijama, cepillo mi cabello y me lanzo a la cama mientras con el
control remoto enciendo el televisor que está pegado en la pared en frente de
mi cama. Seguramente ya estarán anunciando nuestras calificaciones en la
televisión.
No me equivoco. Veo a Asrield y Nestor, que apenas están
bromeando, antes de dar a conocer nuestras calificaciones. Así permanecen
durante diez minutos, hasta que deciden dejar de hacernos perder el tiempo, y
nos dan nuestras calificaciones, aunque solo me quedo con algunas de ellas: como
siempre, los de los Distritos 1 y 2, están en el rango de 9-10; Del Distrito 4,
Finnick ha conseguido un 10; del Distrito 5, Gael y Cristel, obtuvieron un 10; los
demás tributos, están en rango de 5-7, incluido mi hermano. Y yo, bueno, me
sorprende mi calificación: 10.
La verdad es que yo me esperaba un 9 como máximo, pero me
alegro. Sello del Capitolio, música y fin del programa.
Antes de dormirme, una voz robótica, anuncia:
-Tributos, tal vez crean que mañana iniciarían los juegos,
pero, para hacer que los recuerden, hemos decidido hacerles un desfile, para
que nadie olvide los setenta y siete juegos del hambre, ni a sus tributos.
Mañana serán recogidos a primera hora para arreglarlos, después de ese Desfile,
al día siguiente, tendrán inicio los Juegos.
Y el silencio vuelve.
a mi me gustaría saber que pasa después. No te rindas eres buena....
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