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sábado, 31 de mayo de 2014

capitulo 2

Capítulo 2:


Me despierto en una habitación desconocida. No sé dónde estoy, pero jamás había estado en este lugar. Poco a poco me levanto pero la cabeza me da vueltas y permanezco sentada en la cama. ¿Qué ha pasado? No recuerdo nada. Consigo levantarme poco a poco y camino por la lujosa habitación hasta la puerta. Entonces me doy cuenta de que está cerrada. «Estoy encerrada, encerrada y desconcertada» Pienso. Entonces decido esperar a que alguien venga a explicarme lo que sucede. Pero no viene nadie.
Al cabo de un rato, oigo el sonido de unos pasos que vienen hacia la habitación. Me abre la puerta un hombre de traje blanco que de algún modo se me hace familiar. Y me doy cuenta de que es un agente de la paz. Me lleva a una amplia sala con más chicos allí, entre ellos mi hermano. Me encuentro confundida ¿Qué rayos sucede aquí? Nos reúnen a todos y una mujer llamada Ressa (es un nombre en verdad muy raro, se escribe R-e-s-s-a, pero se pronuncia Rissah) y comienza a explicarnos que era lo que sucede.                                                                              
Estoy en los juegos del hambre, con hijos de otros vencedores.
Luego nos explican que mañana haremos las entrevistas y luego nos darán una semana entera para practicar para los juegos. Todo es tal y como me lo habían contado mis padres... ni siquiera lo dudo ni un segundo y voy corriendo hasta mi hermano, pero no me lo permiten y me llevan por la fuerza a mi habitación.
No me puedo creer lo que está pasando, pero con el paso de las horas, me convenzo de que esto no es una pesadilla. En realidad estoy en los juegos del hambre. En realidad está Will aquí. Will. Mi hermano. Tengo que sacarlo de aquí. Voy a sacarlo de aquí.
Decido dormir, ya que es lo único que puedo hacer.
Cuando me despiertan, una mujer me lleva hasta una enorme sala llena de cosas para belleza y eso. Lo primero que hace es darme un buen baño con un estropajo de duras cerdas. La piel me queda rojiza por un rato pero luego vuelve a su pálido color normal. También afeita mi cuerpo y corta y pinta mis uñas.
Al final de la tarde acabo muy guapa. Tras un: “espera aquí”, la mujer sale de la sala quedándome yo sola. Me siento en una butaca mientras miro hacia el reloj que hay pegado a la pared. Después de unos diez minutos, la mujer regresa, esta vez, trae una bolsa grande y negra con ella. La miro curiosa durante un instante y luego pregunto:
-¿Qué es?
Ella no responde, se limita a sacar de la bolsa su contenido: Un hermoso vestido largo color rojo cuello halter, con vuelos y escote en la espalda. Sin duda es hermoso, y es para mí. No suelo usar vestidos más que para acompañar a mi madre a una de sus giras de Sinsajo que da varias veces al año, pero este tengo que usarlo aunque no quiera. La mujer se acerca a mí y me lo pone con cuidado. No me permite verme al espejo al menos hasta que termina de hacerme una trenza como la que llevo mi madre en la cosecha que la tía Prim salió elegida. Cuando me permite verme al espejo y yo me veo, quedo boquiabierta. Me veo en verdad hermosa. No me pusieron pintura ni nada, solo el vestido y el peinado, y me veo hermosa.
No soy guapa. No soy bella. Resplandezco como el sol.
Me llevan a un lugar donde están todos los demás tributos. Todos están formados en fila, esperando a que inicie su entrevista, aunque ni se han prendido las luces del escenario. Al parecer soy la última en llegar. Hasta mi hermano está aquí. Me hace gestos con una mano para ir hacia él, y yo voy. Los tributos estamos acomodados por un orden iniciando por el Distrito 1 y finalizando en el 13, que también participa este año. Primer va formada la chica del Distrito y luego el chico. Soy una de las últimas. Menos mal.
Las luces del escenario se encienden y dejan ver a Asrield sentado en una de las dos sillas que hay en el escenario. Se lleva el micrófono a la boca y después de hacer unas cuantas bromas, dice:
-Y, ahora con ustedes, nuestro primer tributo de la noche: ¡Imerald!
Imerald, la esmeralda. Esa verde piedra valiosa y preciosa. ¿A todos los del 1 les ponen nombre así, de piedras y cosas caras y preciosas?
No presto mucha atención a su entrevista ni a la de los otros seis tributos, pero cuando llega la entrevista del chico del 4, esa sí que capta mi atención. El chico se me hace familiar.
-Y ahora con ustedes. El chico que todos estaban esperando, ¡Finnick!-. Grita Asrield. Entonces entra en el escenario un chico alto y rubio y se sienta en la silla junto a la de Asrield. Veo como la multitud ruge y grita su nombre (bueno, solo las mujeres)- Un placer Finnick, ¿cómo te sientes?
-¿Qué cómo me siento? Nos secuestraron para enviarnos a unos malditos Juegos de Muerte, ¿Cómo crees que me voy a sentir? Obviamente nada bien.- Contesta.
-Ah, okey. Bueno, eres muy joven, tan solo diez y nueve años, y muy apuesto. Alto, rubio, y esos penetrantes ojos verde mar como los que solía tener tu padre antes de… bueno, has de tener a todas las chicas de tu distrito tras de ti, ¿o me equivoco?
-Eso a ti no te importa.
-Bueno, bueno. Tu padre caía mucho mejor, ¿sabes? Pero ahora está muerto-. El comentario no le sienta nada bien a Finnick.
-¿Te digo algo? Yo soy bueno, con gente que me cae bien y no me envía a juegos de muerte, a mi futura destrucción-. Responde de mala gana.
-Oh. Está bien, está bien, basta de tantas preguntas bobas. Ahora sí, ¿Qué planeas hacer para los juegos?
-Sabrás Asrield. Tenía planeado esconderme, y esperar a que todo esto acabará, a que los juegos acabarán. Pero me di cuenta de que una amiga mía, está en los Juegos del Hambre también, haré lo que sea para ayudarla, aunque ella no lo quiera.
-Oh, que romántico, podríamos saber nosotros de quien se trata querido Finnick. ¿Quién es esa, “misteriosa” amada tuya?, ¿de qué distrito?
-No creo que sea de tu incumbencia, pero al fin y al cabo, no podrían hacernos daño ni aunque sobreviviéramos, porque estoy seguro de que ella no quiere eso. Sobrevivir.
-Oh, bueno, no me digas pero lo descubriré en las arenas. Aunque ya me he dado una idea de quién es. Y bueno Finnick, se nos ha acabado el tiempo. Buena suerte.
No sé quién es, pero recuerdo que una vez mi madre me contó sobre un amigo suyo llamado: Finnick Odair. Seguro que es su hijo. Porque su madre es Annie Cresta y lleva ambos apellidos, Odair y Cresta. Finnick Odair Cresta.
-Y ahora con ustedes, del distrito 5, ¡Gael!-. Entra al escenario un chico de cabello café muy claro y se sienta junto a Asrield. Hablan un buen rato de su vida y hacen algunas bromas, y luego Asrield, aún sonriente, dice -: Oh, pero que chico tan simpático. Seguro ya hay una larga fila de patrocinadores esperando por ti, apuesto a que llegarás muy lejos en los juegos.
Y Gael responde:
-Y no solo eso Asrield, ganaré. Te apuesto a que la siguiente vez que nos veamos será en la Gira de la Victoria. La verdad espero con ansias los Juegos, me encantaría matar a un par de tributos. En serio espero que el Sinsajo vea esto porque va a sufrir cuando corte el cuello de su adorada hijita Kayla. Y la verdad no le perdonaré la vida ni aunque me ruegue.
¿Qué le ruegue? ¡Idiota! ¡No te rogaré ni en un millón de años!
-Bueno Gael, se nos ha acabado el tiempo, pero te deseo una muy, muy buena suerte en los Juegos-. Gael se despide de Asrield y luego se va.
Dan paso al tributo siguiente, y al siguiente, y al siguiente… varios tributos rogaban y lloraban para que les devolvieran a casa, otros pedían los juegos ahora mismo, había varios tributos que se mostraban en desacuerdo con los Juegos pero no lloraban). Cuando los veía me pasaba por la cabeza cuál sería su estrategia. A veces me llegaba a la cabeza la idea de que algunos querían hacerse los débiles, y tal vez no me equivoque, pero quien sabe, al fin y al cabo, nada cambia: sospecha de todos, en nadie confíes.
No me llama la atención ninguna otra entrevista, (bueno, solo una, pero porque la niña tenía como 12 años, pero lloraba para que la devolvieran a casa), porque casi todas son como algo repetitivo: pocos lloriqueos, vítores a los Juegos del Hambre y unos pocos tributos que, se podría decir que no estaban a favor, pero en fin, lo mismo… Mi turno llegó más rápido de lo que esperaba. Claro, cuando quieres que el tiempo pase rápido lo hace muy lento, y cuando quieres que vaya lento, se te hace muy poco rato.
-Y ahora, con ustedes, lo más esperado de la noche. La pequeña ¡Chica en Llamas!-. Grita Asrield. Entro en el escenario ignorando al público como si fuera inferior a mí y luego tomo asiento en mi lugar. Asrield se sienta junto a mí.- Oh, hola Kayla. Me alegra verte, ¿Cómo estás?
-Oh, muy bien considerando que me enviarás a unas arenas donde tendré que luchar a muerte para sobrevivir. ¿Te parece que me sentiré bien por eso? ¿Por matar gente y hacer sufrir a sus parientes?
-Bueno, francamente Kayla, me da igual cómo te sientas al asesinar a alguien, solo queremos un buen show. Así somos. Pero, prosigamos. Dime, ¿Qué opinas sobre la participación de Will en los juegos?
-¿Qué que opino? ¡Tiene cinco años! Ni si quiera sabe qué demonios son los Juegos del Hambre. ¡Es un niño! Y ustedes lo mandan a participar a unos juegos donde podría perder la vida. Dentro de una semana estará en las arenas con veinticinco tributos más que buscan su sangre. ¡Entre ellos su hermana!
-Guau. Eres idéntica a tu madre. El mismo genio de ella. Eso sí, Katniss Everdeen se portó más gentil en las entrevistas.
-El fuego se propaga, ¿sabes? Deberías tener cuidado, porque yo también puedo acabar con tu queridísimo Capitolio en cuestión de segundos. Y créeme que un truco de vallas no sería mala idea.
-Oh, que susto. Y, ¿Qué vas a hacer Kayla?, ¿ordenarás que me maten?
-Bueno, no es mala idea. Pero tranquilo, yo misma me encargaré de que tu muerte sea rápida. Una flecha de mi carcaj en tu pecho. No le daría a nadie más el lujo de acabar con tu vida, eso me lo merezco yo.
-Guau, con esas palabras sí que le sacarías un susto al miedo. Pero, hablemos de los Juegos del Hambre. ¿Qué harás respecto a tu hermano, intentarás protegerlo?
-Esa respuesta es obvia. Pero por supuesto, es mi hermano menor. ¡No lo dejaré solo! Lo sacaré con vida-. Justo cuando me levante para salir del escenario, sonó el zumbido que marcaba el final de mi entrevista.
Entonces, Asrield suelta un: “Justo a tiempo”
-Bueno, bueno, continuemos. Ahora, el pequeño, ¡Will Mellark!-. Cuando oigo su nombre, me detengo inmediatamente y me quedo mirando desde donde estoy como mi pequeño hermano entra en el escenario y se sienta junto a Asrield.
Will va vestido con un esmoquin blanco como la nieve con una rosa roja en el bolsillo de su chaqué. Pero no una rosa de esas apestosas alteradas por el Capitolio, sino una rosa roja fresca y natural, sin nada de alteraciones ni nada de eso.
-Hola Asrield-. Saluda Will amablemente. Toda la audiencia lo mira maravillado.
-Oh, pero que pequeño tan simpático eres Will. ¿A que sí queridos amigos?-. Pregunta mirando hacia el público, que grita “Sí” alto y fuerte.- Bueno Will, ¿Sabes para qué has venido aquí?
-Bueno, la verdad es que no Asrield. Sólo sé que hemos venido para jugar un juego muy divertido.
-Oh, sí, muy divertido en verdad Will. ¿Crees poder ganar?
-Bueno, no lo sé. En casa jugaba mucho con mi hermanita a las escondidas. Pero siempre me encontraba, aunque ahora le voy a ganar.
«Oh Will. Si supieras en verdad lo que son los Juegos del Hambre.» Pienso.
-Oh, tu hermana. Háblame de ella, ¿Qué le gusta hacer?
-Bueno, le gusta mucho tocar el piano, y lo hace muy bien. También le fascina pintar, (cosa que hace fantásticamente) y le encanta cantar. ¿Te cuento un secreto?-. Dice Will y Asrield asiente sonriendo mientras que el público sonríe.- Los pájaros guardan silencio cuando ella canta-. ¿En verdad? Nunca me he dado cuenta. No sé si tenga razón, pero siempre que mi madre canta, sí que guardan silencio, porque ella tiene una hermosa y melodiosa voz.
-Oh, sí, debe cantar espectacular.
-Sí, y también le gusta ir a cazar al bosque. Una vez me llevó y me mostró un hermoso lago. Hay una casita de hormigón hay. A veces me meto y me pongo a jugar. Kayla me lleva varias veces al bosque, o a veces mi madre, pero aún no me han enseñado a cazar.
El lago. Un lugar que solo conocemos mi madre, mi padre, Will y yo. Mi madre me contó que su padre lo descubrió hacía quién sabe cuántos años, y que ahí pescaban. A ella le gusta mucho usar el arco, al igual que a mí. Fue mi madre quien me enseñó a usarlo. No soy tan buena como ella, porque lleva más de veinte años de práctica, pero lo hago muy bien.
-Está bien. Ahora Will, cuéntame, ¿Cómo están tus padres?
-Bueno, no lo sé, no los veo desde hace un par de días, pero mi mamá siempre estaba feliz, también le gusta mucho ir a cazar y mi padre está siempre muy contento, y lo que más le gusta es pintar, pinta unos cuadros espectaculares. Pinta a mi madre, a mi hermana, a mí, a la casa. Lo pinta todo.
-¿Y tú Will? ¿Qué nos cuentas sobre ti pequeñito?
-Bueno, también me gusta pintar. Siempre que voy a la escuela hacemos un dibujo nuevo. Un día dibujé un lago con un montón de cisnes y se lo regalé a mi mamá. Lo tiene pegado en la pared de su cuarto. Y dice que pinto muy bonito. Y también me gusta observar a mi papá hacer pan en la panadería. En algunas ocasiones le ayudo en algo, como ponerles glaseado a algunos panes. Es muy divertido-. Explica Will.
-Oh, que pequeño tan simpático, pero bueno Will, se nos ha acabado el tiempo. Te veo pronto-. Dice Asrield.
-Adiós Asrield. Un placer conocerte-. Dice Will mientras se levanta y sale del escenario. Cuando me voy a acercar a él, veo como me toman por los brazos y me llevan a mi habitación.

Encerrada otra vez. Odio esto. Estar encerrada. Aunque sea una enorme habitación, detesto estar encerrada. Como no tengo nada que hacer, me pongo a ver las entrevistas, que ya están al aire. Cuando me veo ahí, respondiendo como respondí, solo siento una cosa: felicidad. Estoy orgullosa de cómo actúe esta noche y no me arrepiento de nada. Cuando veo la entrevista de Will, me pongo muy atenta. Su voz resuena en mi cabeza una y otra vez. Se porta muy dulce y amable. Seguramente que se ganó el corazón del público. Y patrocinadores.
Entonces me doy cuenta de lo que hice. Aparte a los patrocinadores. Ahora salvar a Will será más difícil de lo que por sí ya sabía que era.
«¿En qué demonios estaba pensando?, ¿qué pasaba por mi cabeza en ese instante? Sí que eres una idiota Kayla. ¡Una gran IDIOTA!» Me grito para mis adentros.

Cuando volteo a ver el reloj en la pared, me doy cuenta de que ya es tarde, así que apago el televisor, me pongo pijama y decido dormirme, sabiendo que lo que he hecho no se puede remediar, y que eso es suficiente castigo. Y las pesadillas me acompañan esta noche.

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