Me despierto en una habitación desconocida. No sé dónde
estoy, pero jamás había estado en este lugar. Poco a poco me levanto pero la cabeza
me da vueltas y permanezco sentada en la cama. ¿Qué ha pasado? No recuerdo
nada. Consigo levantarme poco a poco y camino por la lujosa habitación hasta la
puerta. Entonces me doy cuenta de que está cerrada. «Estoy encerrada, encerrada
y desconcertada» Pienso. Entonces decido esperar a que alguien venga a
explicarme lo que sucede. Pero no viene nadie.
Al cabo de un rato, oigo el sonido de unos pasos que vienen
hacia la habitación. Me abre la puerta un hombre de traje blanco que de algún
modo se me hace familiar. Y me doy cuenta de que es un agente de la paz. Me
lleva a una amplia sala con más chicos allí, entre ellos mi hermano. Me
encuentro confundida ¿Qué rayos sucede aquí? Nos reúnen a todos y una mujer
llamada Ressa (es un nombre en verdad muy raro, se escribe R-e-s-s-a, pero se
pronuncia Rissah) y comienza a explicarnos que era lo que sucede.
Estoy en los juegos del hambre, con hijos de otros vencedores.
Luego nos explican que mañana haremos las entrevistas y
luego nos darán una semana entera para practicar para los juegos. Todo es tal y
como me lo habían contado mis padres... ni siquiera lo dudo ni un segundo y voy
corriendo hasta mi hermano, pero no me lo permiten y me llevan por la fuerza a
mi habitación.
No me puedo creer lo que está pasando, pero con el paso de
las horas, me convenzo de que esto no es una pesadilla. En realidad estoy en
los juegos del hambre. En realidad está Will aquí. Will. Mi hermano. Tengo que
sacarlo de aquí. Voy a sacarlo de aquí.
Decido dormir, ya que es lo único que puedo hacer.
Cuando me despiertan, una mujer me lleva hasta una enorme
sala llena de cosas para belleza y eso. Lo primero que hace es darme un buen
baño con un estropajo de duras cerdas. La piel me queda rojiza por un rato pero
luego vuelve a su pálido color normal. También afeita mi cuerpo y corta y pinta
mis uñas.
Al final de la tarde acabo muy guapa. Tras un: “espera
aquí”, la mujer sale de la sala quedándome yo sola. Me siento en una butaca
mientras miro hacia el reloj que hay pegado a la pared. Después de unos diez
minutos, la mujer regresa, esta vez, trae una bolsa grande y negra con ella. La
miro curiosa durante un instante y luego pregunto:
-¿Qué es?
Ella no responde, se limita a sacar de la bolsa su contenido:
Un hermoso vestido largo color rojo cuello halter, con vuelos y escote en la
espalda. Sin duda es hermoso, y es para mí. No suelo usar vestidos más que para
acompañar a mi madre a una de sus giras de Sinsajo que da varias veces al año,
pero este tengo que usarlo aunque no quiera. La mujer se acerca a mí y me lo
pone con cuidado. No me permite verme al espejo al menos hasta que termina de
hacerme una trenza como la que llevo mi madre en la cosecha que la tía Prim
salió elegida. Cuando me permite verme al espejo y yo me veo, quedo
boquiabierta. Me veo en verdad hermosa. No me pusieron pintura ni nada, solo el
vestido y el peinado, y me veo hermosa.
No soy guapa. No soy bella. Resplandezco como el sol.
Me llevan a un lugar donde están todos los demás tributos.
Todos están formados en fila, esperando a que inicie su entrevista, aunque ni
se han prendido las luces del escenario. Al parecer soy la última en llegar.
Hasta mi hermano está aquí. Me hace gestos con una mano para ir hacia él, y yo
voy. Los tributos estamos acomodados por un orden iniciando por el Distrito 1 y
finalizando en el 13, que también participa este año. Primer va formada la
chica del Distrito y luego el chico. Soy una de las últimas. Menos mal.
Las luces del escenario se encienden y dejan ver a Asrield
sentado en una de las dos sillas que hay en el escenario. Se lleva el micrófono
a la boca y después de hacer unas cuantas bromas, dice:
-Y, ahora con ustedes, nuestro primer tributo de la noche:
¡Imerald!
Imerald, la esmeralda. Esa verde piedra valiosa y preciosa.
¿A todos los del 1 les ponen nombre así, de piedras y cosas caras y preciosas?
No presto mucha atención a su entrevista ni a la de los
otros seis tributos, pero cuando llega la entrevista del chico del 4, esa sí
que capta mi atención. El chico se me hace familiar.
-Y ahora con ustedes. El chico que todos estaban esperando,
¡Finnick!-. Grita Asrield. Entonces entra en el escenario un chico alto y rubio
y se sienta en la silla junto a la de Asrield. Veo como la multitud ruge y
grita su nombre (bueno, solo las mujeres)- Un placer Finnick, ¿cómo te sientes?
-¿Qué cómo me siento? Nos secuestraron para enviarnos a unos
malditos Juegos de Muerte, ¿Cómo crees que me voy a sentir? Obviamente nada
bien.- Contesta.
-Ah, okey. Bueno, eres muy joven, tan solo diez y nueve
años, y muy apuesto. Alto, rubio, y esos penetrantes ojos verde mar como los
que solía tener tu padre antes de… bueno, has de tener a todas las chicas de tu
distrito tras de ti, ¿o me equivoco?
-Eso a ti no te importa.
-Bueno, bueno. Tu padre caía mucho mejor, ¿sabes? Pero ahora
está muerto-. El comentario no le sienta nada bien a Finnick.
-¿Te digo algo? Yo soy bueno, con gente que me cae bien y no
me envía a juegos de muerte, a mi futura destrucción-. Responde de mala gana.
-Oh. Está bien, está bien, basta de tantas preguntas bobas.
Ahora sí, ¿Qué planeas hacer para los juegos?
-Sabrás Asrield. Tenía planeado esconderme, y esperar a que
todo esto acabará, a que los juegos acabarán. Pero me di cuenta de que una
amiga mía, está en los Juegos del Hambre también, haré lo que sea para
ayudarla, aunque ella no lo quiera.
-Oh, que romántico, podríamos saber nosotros de quien se
trata querido Finnick. ¿Quién es esa, “misteriosa” amada tuya?, ¿de qué
distrito?
-No creo que sea de tu incumbencia, pero al fin y al cabo,
no podrían hacernos daño ni aunque sobreviviéramos, porque estoy seguro de que
ella no quiere eso. Sobrevivir.
-Oh, bueno, no me digas pero lo descubriré en las arenas.
Aunque ya me he dado una idea de quién es. Y bueno Finnick, se nos ha acabado
el tiempo. Buena suerte.
No sé quién es, pero recuerdo que una vez mi madre me contó
sobre un amigo suyo llamado: Finnick Odair. Seguro que es su hijo. Porque su
madre es Annie Cresta y lleva ambos apellidos, Odair y Cresta. Finnick Odair
Cresta.
-Y ahora con ustedes, del distrito 5, ¡Gael!-. Entra al
escenario un chico de cabello café muy claro y se sienta junto a Asrield.
Hablan un buen rato de su vida y hacen algunas bromas, y luego Asrield, aún
sonriente, dice -: Oh, pero que chico tan simpático. Seguro ya hay una larga
fila de patrocinadores esperando por ti, apuesto a que llegarás muy lejos en
los juegos.
Y Gael responde:
-Y no solo eso Asrield, ganaré. Te apuesto a que la
siguiente vez que nos veamos será en la Gira de la Victoria. La verdad espero
con ansias los Juegos, me encantaría matar a un par de tributos. En serio
espero que el Sinsajo vea esto porque va a sufrir cuando corte el cuello de su
adorada hijita Kayla. Y la verdad no le perdonaré la vida ni aunque me ruegue.
¿Qué le ruegue? ¡Idiota! ¡No te rogaré ni en un millón de
años!
-Bueno Gael, se nos ha acabado el tiempo, pero te deseo una
muy, muy buena suerte en los Juegos-. Gael se despide de Asrield y luego se va.
Dan paso al tributo siguiente, y al siguiente, y al
siguiente… varios tributos rogaban y lloraban para que les devolvieran a casa,
otros pedían los juegos ahora mismo, había varios tributos que se mostraban en
desacuerdo con los Juegos pero no lloraban). Cuando los veía me pasaba por la
cabeza cuál sería su estrategia. A veces me llegaba a la cabeza la idea de que
algunos querían hacerse los débiles, y tal vez no me equivoque, pero quien
sabe, al fin y al cabo, nada cambia: sospecha de todos, en nadie confíes.
No me llama la atención ninguna otra entrevista, (bueno,
solo una, pero porque la niña tenía como 12 años, pero lloraba para que la
devolvieran a casa), porque casi todas son como algo repetitivo: pocos
lloriqueos, vítores a los Juegos del Hambre y unos pocos tributos que, se
podría decir que no estaban a favor, pero en fin, lo mismo… Mi turno llegó más
rápido de lo que esperaba. Claro, cuando quieres que el tiempo pase rápido lo
hace muy lento, y cuando quieres que vaya lento, se te hace muy poco rato.
-Y ahora, con ustedes, lo más esperado de la noche. La
pequeña ¡Chica en Llamas!-. Grita Asrield. Entro en el escenario ignorando al
público como si fuera inferior a mí y luego tomo asiento en mi lugar. Asrield
se sienta junto a mí.- Oh, hola Kayla. Me alegra verte, ¿Cómo estás?
-Oh, muy bien considerando que me enviarás a unas arenas
donde tendré que luchar a muerte para sobrevivir. ¿Te parece que me sentiré
bien por eso? ¿Por matar gente y hacer sufrir a sus parientes?
-Bueno, francamente Kayla, me da igual cómo te sientas al
asesinar a alguien, solo queremos un buen show. Así somos. Pero, prosigamos.
Dime, ¿Qué opinas sobre la participación de Will en los juegos?
-¿Qué que opino? ¡Tiene cinco años! Ni si quiera sabe qué
demonios son los Juegos del Hambre. ¡Es un niño! Y ustedes lo mandan a
participar a unos juegos donde podría perder la vida. Dentro de una semana
estará en las arenas con veinticinco tributos más que buscan su sangre. ¡Entre
ellos su hermana!
-Guau. Eres idéntica a tu madre. El mismo genio de ella. Eso
sí, Katniss Everdeen se portó más gentil en las entrevistas.
-El fuego se propaga, ¿sabes? Deberías tener cuidado, porque
yo también puedo acabar con tu queridísimo Capitolio en cuestión de segundos. Y
créeme que un truco de vallas no sería mala idea.
-Oh, que susto. Y, ¿Qué vas a hacer Kayla?, ¿ordenarás que
me maten?
-Bueno, no es mala idea. Pero tranquilo, yo misma me
encargaré de que tu muerte sea rápida. Una flecha de mi carcaj en tu pecho. No
le daría a nadie más el lujo de acabar con tu vida, eso me lo merezco yo.
-Guau, con esas palabras sí que le sacarías un susto al
miedo. Pero, hablemos de los Juegos del Hambre. ¿Qué harás respecto a tu
hermano, intentarás protegerlo?
-Esa respuesta es obvia. Pero por supuesto, es mi hermano
menor. ¡No lo dejaré solo! Lo sacaré con vida-. Justo cuando me levante para
salir del escenario, sonó el zumbido que marcaba el final de mi entrevista.
Entonces, Asrield suelta un: “Justo a tiempo”
-Bueno, bueno, continuemos. Ahora, el pequeño, ¡Will
Mellark!-. Cuando oigo su nombre, me detengo inmediatamente y me quedo mirando
desde donde estoy como mi pequeño hermano entra en el escenario y se sienta junto
a Asrield.
Will va vestido con un esmoquin blanco como la nieve con una
rosa roja en el bolsillo de su chaqué. Pero no una rosa de esas apestosas
alteradas por el Capitolio, sino una rosa roja fresca y natural, sin nada de
alteraciones ni nada de eso.
-Hola Asrield-. Saluda Will amablemente. Toda la audiencia
lo mira maravillado.
-Oh, pero que pequeño tan simpático eres Will. ¿A que sí
queridos amigos?-. Pregunta mirando hacia el público, que grita “Sí” alto y
fuerte.- Bueno Will, ¿Sabes para qué has venido aquí?
-Bueno, la verdad es que no Asrield. Sólo sé que hemos
venido para jugar un juego muy divertido.
-Oh, sí, muy divertido en verdad Will. ¿Crees poder ganar?
-Bueno, no lo sé. En casa jugaba mucho con mi hermanita a
las escondidas. Pero siempre me encontraba, aunque ahora le voy a ganar.
«Oh Will. Si supieras en verdad lo que son los Juegos del Hambre.»
Pienso.
-Oh, tu hermana. Háblame de ella, ¿Qué le gusta hacer?
-Bueno, le gusta mucho tocar el piano, y lo hace muy bien.
También le fascina pintar, (cosa que hace fantásticamente) y le encanta cantar.
¿Te cuento un secreto?-. Dice Will y Asrield asiente sonriendo mientras que el
público sonríe.- Los pájaros guardan silencio cuando ella canta-. ¿En verdad?
Nunca me he dado cuenta. No sé si tenga razón, pero siempre que mi madre canta,
sí que guardan silencio, porque ella tiene una hermosa y melodiosa voz.
-Oh, sí, debe cantar espectacular.
-Sí, y también le gusta ir a cazar al bosque. Una vez me
llevó y me mostró un hermoso lago. Hay una casita de hormigón hay. A veces me
meto y me pongo a jugar. Kayla me lleva varias veces al bosque, o a veces mi
madre, pero aún no me han enseñado a cazar.
El lago. Un lugar que solo conocemos mi madre, mi padre,
Will y yo. Mi madre me contó que su padre lo descubrió hacía quién sabe cuántos
años, y que ahí pescaban. A ella le gusta mucho usar el arco, al igual que a
mí. Fue mi madre quien me enseñó a usarlo. No soy tan buena como ella, porque
lleva más de veinte años de práctica, pero lo hago muy bien.
-Está bien. Ahora Will, cuéntame, ¿Cómo están tus padres?
-Bueno, no lo sé, no los veo desde hace un par de días, pero
mi mamá siempre estaba feliz, también le gusta mucho ir a cazar y mi padre está
siempre muy contento, y lo que más le gusta es pintar, pinta unos cuadros
espectaculares. Pinta a mi madre, a mi hermana, a mí, a la casa. Lo pinta todo.
-¿Y tú Will? ¿Qué nos cuentas sobre ti pequeñito?
-Bueno, también me gusta pintar. Siempre que voy a la
escuela hacemos un dibujo nuevo. Un día dibujé un lago con un montón de cisnes
y se lo regalé a mi mamá. Lo tiene pegado en la pared de su cuarto. Y dice que
pinto muy bonito. Y también me gusta observar a mi papá hacer pan en la
panadería. En algunas ocasiones le ayudo en algo, como ponerles glaseado a
algunos panes. Es muy divertido-. Explica Will.
-Oh, que pequeño tan simpático, pero bueno Will, se nos ha
acabado el tiempo. Te veo pronto-. Dice Asrield.
-Adiós Asrield. Un placer conocerte-. Dice Will mientras se
levanta y sale del escenario. Cuando me voy a acercar a él, veo como me toman
por los brazos y me llevan a mi habitación.
Encerrada otra vez. Odio esto. Estar encerrada. Aunque sea
una enorme habitación, detesto estar encerrada. Como no tengo nada que hacer,
me pongo a ver las entrevistas, que ya están al aire. Cuando me veo ahí,
respondiendo como respondí, solo siento una cosa: felicidad. Estoy orgullosa de
cómo actúe esta noche y no me arrepiento de nada. Cuando veo la entrevista de
Will, me pongo muy atenta. Su voz resuena en mi cabeza una y otra vez. Se porta
muy dulce y amable. Seguramente que se ganó el corazón del público. Y
patrocinadores.
Entonces me doy cuenta de lo que hice. Aparte a los
patrocinadores. Ahora salvar a Will será más difícil de lo que por sí ya sabía
que era.
«¿En qué demonios estaba pensando?, ¿qué pasaba por mi
cabeza en ese instante? Sí que eres una idiota Kayla. ¡Una gran IDIOTA!» Me
grito para mis adentros.
Cuando volteo a ver el reloj en la pared, me doy cuenta de
que ya es tarde, así que apago el televisor, me pongo pijama y decido dormirme,
sabiendo que lo que he hecho no se puede remediar, y que eso es suficiente
castigo. Y las pesadillas me acompañan esta noche.
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